Tradiciones
Las vegas de los ríos sustentaban cultivos que precisaban la frescura y fertilidad del suelo. Ahora, casi sólo se obtiene de ellos hierba, que se siega en verano. Cada vez hay más tierras abandonadas que se adivinan gracias a los muretes de piedra que servían de linderos, a las portillas de acceso y a las “sebes”, setos vivos que el dueño de la finca preparaba entrelazando ramas de paleras (sauces).
Hoy también las sebes están desapareciendo de nuestros campos; han perdido su funcionalidad para el hombre Pero conservan un importante papel ecológico al servir de alimento y refugio a numerosas especies de aves y pequeños mamíferos.
Con la paja, los “techadores” tejían las cubiertas de las casas, a las que sólo había que “dar vuelta” cada cinco o seis años.
Las Zancas:
Aunque en todos los pueblos ribereños se cruzaba el río en zancas, es en Trascastro donde esta costumbre ha pervivido hasta nuestros días, por la inexistencia de puente hasta 1998 y la necesidad de trabajar las tierras en la otra orilla. Dice Germán, uno de los vecinos más experimentados, que no es nada fácil andar entre las piedras del río. Que las utilizaban más los hombres, aunque alguna mujer “de las de rompe y rasga”, las manejaba con destreza. Cuenta también que las caídas eran peligrosas, que a una vecina se le clavó el palo entre “el redondo y el rasgao” y estuvo muy grave.
Se buscan palos de negrillo con buena horquilla y se trenza el asiento para el pie, con varas de salguera, que deben recogerse en invierno.