Robledal de El Castillo: Bosque de robles en la umbría de Omaña

Robledal de El Castillo

Accesos: desde El Castillo, parte una carretera que asciende a Rosales, atravesando el robledal. Desde la carretera parten algunos caminos que se adentran en el bosque.

Cuando se contempla un bosque tan extenso como el robledal de El Castillo, se tiende a pensar que su existencia es tan antigua como, al menos, la presencia de los primeros pobladores humanos. Sin embargo, el paisaje y las especies que lo habitan son a menudo muy cambiantes y de hecho, la presencia de los primeros robles y avellanos de la Cordillera Cantábrica se calcula que data de hace apenas nueve mil años.

Una vez concluidos los periodos glaciares, algunas especies como pinos y abedules comenzaron la lenta colonización del territorio, siendo más tarde desplazados por los robles, que han acabado por dominar estos terrenos. Durante los periodos más fríos, las pocas especies de robles existentes, pervivieron en enclaves costeros y en barrancos, donde el clima era relativamente más benigno. A partir de esos lugares, comenzó un largo periodo de expansión en zonas más propicias, áreas de pluviosidad relativamente elevada, con suelos profundos y de naturaleza preferiblemente silícea.

En Omaña, el robledal debió ocupar más superficie que en la actualidad, extendiéndose en laderas tanto de solana como de umbría. Poco a poco, la acción del hombre a través de años y años de un uso intensivo, ha reducido de forma considerable estos bosques que, como el robledal de El Castillo, se asientan ahora sobre laderas de umbría, en los abesedos. Las solanas, antes ocupadas por cultivos de cereal en secano, se cubren poco a poco de escobas y otros matorrales al ir limitándose su uso agrario. En los últimos años, el efecto del fuego está siendo determinante para la evolución de estos montes. La importancia de estas masas boscosas en valles como Omaña, donde una buena parte del territorio se encuentra desprovisto de vegetación arbórea es vital, al garantizar refugio y recursos tróficos a multitud de especies. En ellos viven ciervos, corzos y jabalíes, pero por desgracia, sólo los ancianos recuerdan la presencia regular del oso, una de las especies más emblemáticas de la Cordillera Cantábrica. El último fue visto en la zona en 1977. La comunidad de aves también es numerosa, sobre todo las pequeñas aves como páridos, zorzales, currucas o mosquiteros.

Tipo de interés: Botánico, Faunístico, Paisajístico/Científico, Divulgativo.

Interés geográfico: provincial.

Fragilidad: media.

Medidas de conservación: necesarias.

Figuras de protección: no existen.

Amenazas: Cambio en los usos agropecuarios.

Conservación: La extensión de los robledales del Omaña es importante y pocos son los lugares donde ha desaparecido totalmente. Sin embargo, su situación no puede considerarse como favorable ya que las talas han acabado con los árboles maduros, evitando una correcta estructuración del bosque.

Rutas y paneles: Ruta señalizada: Ribera del Omaña (Trascastro de Luna). Ruta guiada: Las Zancas (La Omañuela). Paneles: Castillo de Benal, Ermita de Pandorado.

Recomendaciones: Primavera y verano son las épocas de máxima actividad de la fauna y cuando la flora manifiesta todo su potencial. Otoño e invierno, cuando el bosque empieza a teñirse de mil colores, permite contemplar bellísimos paisajes. Un paseo tranquilo en esta época resulta inolvidable.

 Extraído de "Guía del Patrimonio Natural de las Comarcas de Cuatro Valles ", editado por Cuatro Valles, plaza de la Constitución, 1 - 24220 La Magdalena (León).

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